La extraña complicidad de nuestros seres:
una caja palpitante
una Luna apocalíptica
una noche larga
una eternidad:
un anhelo antiguo que recorre
nuestras manos
nuestros ojos
nuestros labios:
como salido de un viejo sueño.
Un cronopio encuentra una flor solitaria en medio de los campos. Primero la va a arrancar, pero piensa que es una crueldad inútil y se pone de rodillas a su lado y juega alegremente con la flor, a saber: le acaricia los pétalos, la sopla para que baile, zumba como una abeja, huele su perfume, y finalmente se acuesta debajo de la flor y se duerme envuelto en una gran paz. La flor piensa: "Es como una flor". (Historias de Cronopios y Famas - Julio Córtazar)